“Estoy sorprendido
por el impacto de la discusión en el Consejo Permanente. La gente estaba
esperando y me ha llamado un gentío de todas partes”, comienza la
conversación Bernardo Álvarez, el embajador de Venezuela ante la
Organización de Estados Americanos (OEA), donde el miércoles se produjo
un extraordinario juego de ajedrez político que dejó al campo por ahora a
las intenciones del Secretario General de la organización de expulsar
de ese mecanismo hemisférico al gobierno bolivariano.
Álvarez, que
también es secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA), llegó en la madrugada de este viernes
a La Habana para participar en la VII Cumbre de la Asociación de
Estados del Caribe. Ha leído la Declaración de la Cancillería cubana
sobre el debate en la OEA, que califica como “una dura y victoriosa
batalla diplomática” de Venezuela.
“Es muy
importante esta declaración, sobre todo que se produzca en el contexto
de esta Cumbre. El Caribe, al que a veces se trata como si fuera una
cosa desechable, tuvo una participación fundamental en esta historia.
Los pueblos caribeños tiene un gran sentido de la dignidad y del Estado
de Derecho. Es evidente para todos que de este debate ha salido
fortalecida la América Latina, pero quiero destacar el notable papel del
Caribe, la fuerza del Caribe, la dignidad del Caribe”, dice.
-¿Qué lecciones deja a nuestros países el debate del miércoles en el Consejo Permanente de la OEA?
-El Consejo
Permanente se había venido transformando en el convidado de piedra de
Almagro. Estaba en el ostracismo, en el anonimato. En el caso de
Venezuela se había tratado de imponer una visión personal como la
opinión de los Estados soberanos, entre los cuales hay quien tiene
diferencias con Venezuela, pero que al final todos sostienen con nuestro
país una relación de no injerencia en los asuntos internos. Que algunos
de estos Estados no tengan una línea política de izquierda, no
significa que no tengan principios. Subestimar eso ha sido un error muy
grave del Secretario General.
El miércoles,
en el Consejo Permanente, el escenario cambió completamente. Se expresó
una confrontación dentro de la propia OEA, pero entre los Estados y su
Secretario General, Luis Almagro, que ha actuado por su cuenta y ha
pretendido arrastrar a la organización hacia sus propios intereses
políticos. Fíjate si la reacción contra esa situación ha sido tajante,
que el miércoles no dejaron hablar al jefe de gabinete de Almagro.
-¿No se supone que Secretario General tenga que obedecer a los Estados de la Organización, y no al revés?
-Es peor que
eso. El Secretario General no es un actor neutral tratando de mediar en
una situación de un país. No, él asumió como propia la posición de la
oposición venezolana. En este debate es en realidad otro miembro de la
oposición, por lo que se ha descalificado a sí mismo y no puede jugar
ningún papel frente a un debate que involucre a Venezuela. Es lo que
hemos dicho.
-¿Cuál fue exactamente el conflicto que se dirimió el miércoles?
-Es un
conflicto doble en el que se reveló el miércoles en la OEA: por un lado
sectores que tratan de intervenir en Venezuela, pero por el otro, los
Estados en minusvalía frente a un Secretario General que quiere
imponerse frente a las naciones que debe representar, con una actitud
desbocada y obsesiva. La prueba de que es una visión personal es su
abrumador despliegue mediático, y ha sido de tal magnitud que ha
deteriorado aún más la imagen de la OEA.
-Entonces, ¿se acabó la batalla?
-Esta batalla
no ha terminado. El Secretario General, como ya anunció, va a insistir
en llevar su documento, donde invoca la Carta Democrática contra
Venezuela, al Consejo Permanente entre el 10 y el 20. Es casi
surrealista, porque ya los Estados, dueños de la OEA, se pronunciaron a
favor del diálogo. Esta declaración del Consejo Permanente, la instancia
deliberante real de la OEA, le habló a su Secretario General. Esa
diferenciación, entre los Estados dueños de la organización y Luis
Almagro, es muy importante en estos momentos.
-Ahora, desde la distancia de más de 24 horas del debate en el Consejo Permanente, ¿cómo califica a la persona, a Luis Almagro?
-Es un gran
irresponsable. Mucha gente se pregunta cómo un hombre que venía de un
gobierno progresista, se ha convertido en un eje central para apoyar a
sectores que no esconden su intención de intervenir militarmente en
Venezuela. Está obsesionado con la intervención. No habíamos visto cosa
igual en la OEA, ni en ningún otro mecanismo hemisférico.
-Usted
le decía a Democracy Now, antes de la discusión en el seno de la
Organización, que no recordaba una campaña tan brutal contra Venezuela.
-Durante mis
tiempos aquí en Washington con Bush -Álvarez fue Embajador de su país en
Estados Unidos, del 2003 a diciembre de 2010-, no recuerdo un momento
en el que se haya producido una campaña tan masiva en los medios,
acusando a Venezuela de todo.
El Washington
Post nos ha dedicado ocho editoriales desde enero. En el primero, ¿quién
recibe los elogios? Almagro. Decía el periódico algo así como que “al
fin hay una voz desde América Latina…”. Sin dudas, esta es una campaña
orquestadísima, que busca la intervención en un país latinoamericano,
comenzando por legitimarla con la OEA. Por eso fue tan importante la
batalla que América Latina y el Caribe dio este miércoles en Washington.
Con Chávez nos
acusaban de ser el sostén del “gobierno comunista de Cuba”, nos
endilgaban la responsabilidad de la política nuclear de Irán y nos
responsabilizaban del financiamiento a la “organización terrorista de
las FARC”. Bien. Se reabrieron las embajadas de Cuba y Estados Unidos en
las capitales de los dos país; Estados Unidos habla directamente con
los iraníes sobre el problema nuclear y las FARC está negociando con el
gobierno de Colombia, con la participación de Venezuela. Sin dudas no
tienen ya a qué apelar y por tanto la OEA se ha convertido en el último
resabio de la Guerra Fría contra mi país.
¿No te llama la
atención que antes los ataques venían directamente del gobierno de los
Estados Unidos? Ahora utilizan a Almagro, pero como vimos su opinión no
es la de todos los Estados. Esto, además, es una gran lección para
nuestros países. La política contra nuestros pueblos se terceriza.
Permitir este tipo de cosas sería un su suicidio, una locura.
Los hechos
La OEA,
simplemente, se insubordinó el miércoles a su Secretario General. Luis
Almagro había invocado el martes la Carta Democrática Interamericana
contra Venezuela, lo que desató una crisis en la sede de la organización
en Washington.
Desde que se
firmó en 2001, la Carta Democrática en el Consejo Permanente de la OEA
había sido invocada en diez ocasiones, pero la iniciativa siempre había
venido de los propios países miembros afectados y nunca del secretario
general del organismo. Como comentó Alí Rodríguez, Embajador de
Venezuela en La Habana, el Secretario General no está facultado para
ello, pero Almagro se quiere comportar más como General que como
Secretario.
Almagro
manifestó que su informe será analizado por todos los países en una
sesión urgente convocada entre el 10 y el 20 de junio próximo. Sin
embargo, se produjo una reunión antes del Consejo Permanente para
discutir otro documento que se venía negociando bajo la batuta de
Argentina. Fue convocado este miércoles el mecanismo político de la
organización que integran 35 Estados miembros. El secretario general no
asistió a la reunión para dejar claro que esta iniciativa es diferente
de la suya y en su lugar acudió su jefe de gabinete, Gonzalo Koncke.
En la reunión,
finalmente, se discutieron dos proyectos de declaraciones: uno
presentado por Venezuela y el de Argentina, copatrocinado por Barbados,
Brasil, Canadá, Costa Rica, Estados Unidos, Honduras, México, Panamá,
Perú, Guatemala, República Dominicana y Uruguay.
Tras diez horas
de debate, los países cerraron con un documento común aprobado por
consenso, considerado como un éxito de la diplomacia venezolana, que
logró abortar la conspiración de Almagro que habría podido llevar a la
expulsión de la nación bolivariana de la OEA, hecho que tiene como único
precedente la salida de Cuba de ese mecanismo en 1962.
El texto
aprobado insta a un diálogo abierto entre el gobierno del presidente
Nicolás Maduro y el Parlamento de mayoría opositora e impulsa otras
iniciativas que conduzcan “de manera oportuna, pronta y efectiva a la
solución de las diferencias y la consolidación de la democracia
representativa’’. Caracas logró incluir una mención a que las
iniciativas de mediación se realicen en “pleno respeto a la soberanía”
de Venezuela. No se menciona ni la Carta Democrática, ni se le exige la
realización de un referendo revocatorio contra el Presidente Maduro,
como pide Almagro, convertido en vocero de la oposición.
Además,
respaldaron la iniciativa de mediación liderada por los ex mandatarios
de España, José Luis Rodríguez Zapatero; República Dominicana, Leonel
Fernández; y Panamá, Martín Torrijos con el “fin de encontrar
alternativas para favorecer la estabilidad política, el desarrollo
social y la recuperación económica’’ de Venezuela.
En medio de
todo, se reseña otra nota insólita. El presidente del Consejo
Permanente, el argentino Juan José Arcuri, no dejó hablar al final de la
reunión a Gonzalo Koncke, el enviado de Almagro, a pesar de que éste
había solicitado la palabra. La mano derecha del “General Secretario”
dijo a la prensa sentirse “desconcertado respecto de lo sucedido”. Los
más veteranos de la OEA no recuerdan que hubiera ocurrido nunca antes
algo así. Rebelión en la granja.