Luego de décadas de dictaduras militares en América Latina en los años 1970 y 1980, la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA) se firma el 11.09.2001. Allí se expresa: “Uno de los propósitos de la OEA es promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto del principio de no intervención”.
Al respecto, las comunidades ecuménicas de la Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social Fundalatin y el Instituto de Desarrollo Humano y Economía Social Idhes, junto con varias organizaciones afines, enviaron el 5.5.2016 una comunicación a Néstor Méndez, secretario del Consejo Permanente de la OEA, ante la intención de sectores de la oposición venezolana de incidir en su secretario general Luis Almagro para activar la Carta a la República Bolivariana de Venezuela.
Las organizaciones valoran los principios de la Carta. Por lo tanto, consideran necesario defender los procesos democráticos constitucionales y sus instancias de integración solidaria como ALBA –con el aporte de la injustamente bloqueada Cuba- , la Celac, Unasur y Petrocaribe. Con grandes avances sociales hoy amenazados por presiones mediáticas, económicas, delincuenciales, por grandes poderes. Aprendiendo de los errores del pasado, la comunidad internacional Americana requeriría reforzar sus principios y no prestarse para obstaculizar procesos éticos democráticos.
Finalizan sumándose al llamado realizado por el Frente Patriótico Hugo Chávez el 28.4.2016, donde expresan su malestar por el comportamiento del secretario general Almagro, quien “amenaza con invocar la Carta Democrática Interamericana a un pueblo que viene construyendo un sistema de democracia participativa y protagónica, contraria a la democracia de cúpulas o la democracia de las corporaciones”.
Es un sentido clamor en defensa de la ética democrática en función de la paz.